Podemos considerarnos muy afortunados por vivir estos tiempos, solo por estar aquí y ser testigos de estos cambios somos afortunados. No es cualquier cosa que antiguas profecías, tradiciones indígenas e información obtenida a través de diversos experimentos de canalización serios, documentados y confrontados por gente estudiosa de nuestra historia, coincidan con los científicos modernos en el reconocimiento de un cambio de era que está teniendo lugar justo en estos tiempos, finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI. Tal parece que estas condiciones corresponden a cambios cíclicos y no se repetirán hasta dentro de unos 26.000 años, la información coincidente es un alineamiento de nuestro sol y el planeta tierra, con el Ecuador de la galaxia. Para algunos que gustan de lo escatológico, se trata del fin del mundo, para otros, se trata del fin de una era y el comienzo de otra, con traumas, como es de suponer, pero también y es lo más importante aquí, con las enormes posibilidades para elevarnos en consciencia y mejorarnos como seres espirituales que somos y así prepararnos para asumir las nuevas realidades, porque una cosa es cierta, no es posible ver y comprender lo nuevo sin desprendernos de los viejos esquemas mentales que nos han limitado por eones. Alguien dijo por allí que la mente es como un paraguas, si no está abierto no sirve para nada.
Se trata de un maravilloso ejercicio al que la humanidad entera está invitada, la información está allí afuera y disponible. Para nosotros, público de habla hispana, es bastante lento esperar a que el maravilloso material que se imprime en inglés principalmente, se traduzca y que la traducción sea buena, pero disponemos de la información en la red, que hasta ahora es libre y está al alcance de todos. Hay formidables experiencias contadas por sus protagonistas, conferencias, y otros aportes de muchos, que dicho sea de paso están entregando sus vidas para que nosotros podamos disponer de esta información. Lo que hagamos con eso es asunto de cada cual, libre albedrío, pero por alguna razón estamos aquí y ahora, eso también es una responsabilidad, frente a nosotros mismos, nuestros hijos, nuestras comunidades. Están cayendo los velos, se están rompiendo paradigmas, hay que despertar.
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